“QUÉ AGRADABLE ES LA CARIDAD, QUE HACE VIVIR A LOS HERMANOS EN LA UNIDAD”
(San Agustín).
Documento para la Fraternidad seglar agustino recoleto de Santo Tomás de Villanueva. Granada.
Es importante recordar que la Fraternidad Seglar es, precisamente, una vocación para vivir el bautismo en la comunidad eclesial. Hemos sido llamados y enviados por Dios para expresar y nutrir con nuestra vida, ese perfume agradable del seguimiento a Cristo en el seno de nuestras comunidades seglares fraternas.
Un día sentimos la llamada, a través de las miles de expresiones que siempre emplea Dios para acercarse al corazón de cada uno de nosotros e invitarnos a un estilo de vida agustino recoleto seglar.
Nuestra respuesta no será siempre una respuesta definitiva. Cada día tenemos que manifestar con generosidad nuestro compromiso bautismal. La respuesta al seguimiento del Señor hay que manifestarla cada día, en esto no podemos vivir de rentas.
“Heredad tuya soy y heredad mía eres tú” (EN.PS.5,1) (San Agustín).
Nuestra fraternidad Santo Tomás de Villanueva, tiene una historia muy grande y hermosa que narrar. Nos dice el salmo 15: “El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad”. Así, desde los orígenes de la fundación de ésta fraternidad, han sido miles de gestos de amor y entrega, de servicio y generosidad donde los hermanos “fundadores” junto con el P. Julián, han sabido llenar de ilusión y entrega a todo un barrio que nacía al amparo de una parroquia también en pañales por aquellos momentos. Son muchos momentos e historias para recordad y dar gracias. Y cómo se suele decir por aquí en Granada: “No tengo boca para agradecer tanto”.
Es mucho lo que habéis aportado al Barrio y a la comunidad parroquial. Los tiempos tal vez eran distintos. El fenómeno de la increencia se extiende en la actualidad como una tiniebla que lo cubre todo y se expande rápidamente. Habéis hecho misión por las casas, cruces en el patio del colegio, reuniones hasta bien entrada la madrugada, recogida de alimentos, solidaridad y más solidaridad con los más necesitados, en Navidad habéis sido los Reyes Magos en muchos hogares que quizás necesitaban una palabra de aliento y cariño en ese momento. Gracias.
“Ábreme la puerta que estoy llamando”. (Sol. 1,1) (San Agustín)
El Salmo 132, que tanto le gustaba a san Agustín dice: “Es rocío del Hermón que va bajando, hasta el Monte de Sión, porque allí manda el Señor la bendición”. Felizmente, nuestra fraternidad sigue creciendo en nuevos hermanos y hermanas que quieren vivir el carisma y el espíritu de san Agustín y la recolección agustiniana. Es un don y un regalo del Señor. Toda vocación , toda llamada, es siempre un don.
Hemos visto cómo en los últimos años crecen las comunidades y el carisma se difunde como un perfume de olor agradable. Gracias a la generosidad de los hermanos, gracias a su entrega, asistimos a un momento de alegría fraterna en el Espíritu lleno de fuego e impulso renovador.
Es hermoso ver que el camino que otros emprendieron, es ahora continuado por quienes anhelan vivir este santo propósito. Y nuestro corazón se ensancha por “aquellos a quienes tú has concedido esta gracia”. (Sol. 1,1) (San Agustín).
“Embriágame, Señor, de la abundancia de tu casa”. ( Io. Eu. Tr.25,17; 26,13). San Agustín
Nuestra Fraternidad es una, y se enriquece cada día con el gozo que cada hermano o hermana aporta con la riqueza de su persona. Es el misterio de la comunión, que nos hace sentirnos a todos hermanos de Cristo y miembros de una misma Iglesia.
Todos buscamos a Dios, único ideal infinito. “Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.(Conf. 1,1) (San Agustín). En ese gran ideal agustiniano, todos buscamos al Señor, que es posesión de todos. De los de antes y de los de ahora. Entre nosotros debe florecer la unidad, la reconciliación y cuando sea necesario el perdón. Nadie de nosotros es quien para juzgar quien es mejor o peor. Nuestra alma es posesión de Dios, porque todos nos unimos en un mismo Dios y Señor.
“Amándote a ti, me amo a mí mismo, y así podré amar también al prójimo”. (En. Ps. 118, 12.27). Ninguno de los hermanos somos perfectos, nadie es perfecto, sólo Dios. Todos tenemos nuestras debilidades, nuestras pequeñeces y miserias. Dios no ha venido a congregar en el camino que es la Fraternidad Seglar OAR a los mejores y perfectos, ha venido a buscar a quienes desean seguirle a través de este estilo de vida. Entre nosotros siempre ha de existir la unidad y el amor, el perdón y la reconciliación.
No podemos decir que “Antes la Fraternidad era mejor” o que ahora “Es mejor”. Es verdad que hemos logrado una fraternidad más abierta, parroquial y desde un espíritu de comunión, pero no podemos anclarnos en nostalgias, que si bien está bien recordarlas y aprender de ellas, no pueden trastocar el camino actual de la fraternidad.
Todos debemos sentirnos protagonistas en este servicio que el Señor y la Iglesia nos han encomendado. Nadie debe sentirse excluido. Somos hermanos en Cristo y ese es el fundamento de nuestra identidad agustino recoleta.
Es necesario sentarse a la del Señor compartiendo un mismo pan y un mismo cáliz. Esto sólo se logra a través de la humildad, la aceptación del hermano como es y un verdadero respeto.
Sintamos en nosotros la fuerza y el gozo de caminar juntos, como dice san Agustín: “Nadie, Señor, te pierde, sino el que te deja” (Conf, 4,9,14). Aquí está nuestra decisión personal: abrazar este camino de paz, unidad, armonía, perdón, reconciliación búsqueda del Señor, o con toda libertad abandonar este camino.
“Nosotros, Señor, somos tu grey pequeñita” (Conf.10,59) San Agustín.
Ante nuestros ojos quiere abrirse el horizonte de una fraternidad que nace del Espíritu. Es Posible nacer de nuevo, nos dice el Evangelio de san Juan. Es el momento y la oportunidad que Dios nos brinda para caminar y construir juntos. Es tiempo de cambiar, cada uno en aquello que crea que debe cambiar. Todos podemos escuchar la vos del Señor que nos dice: “Dime, Dios mío, qué eres para mí. Di a mis entrañas, yo soy tu liberación”. Conf. 11,3.
Es verdad que este tesoro lo llevamos en vasijas de barro. No debe tambalear nuestra vida cuando surja alguna discusión o pequeñas discordias. No se nos pide ser una fraternidad uniformada. Cada uno de nosotros tiene su propia personalidad, carácter, cualidades y también defectos. El camino es para todos. Es un camino donde dice el Señor que no ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores.
Pero siempre ha de reinar el perdón y el amor, la reconciliación, la corrección fraterna.
Seamos felices en ti, ya que nos llamaste. (Conf. 11,1)
El camino de la fraternidad, es un camino de gozo y esperanza. Nos congregamos en comunidad para gozar de la dulzura de convivir los hermanos unidos. Hemos sido creados por Dios para el amor y para buscar la felicidad en Dios.
Entre nosotros debe reinar siempre la “hiláritas”, terminología agustiniana que significa alegría. Así denomina san Agustín la alegría de quien se siente amado por Dios.
La llamada a la vida seglar agustino recoleta, puede surgir en cualquier momento para cualquier creyente que quiera emprender este camino. Hemos de estar siempre abiertos a nuevos hermanos y a nuevas comunidades que puedan surgir. El Espíritu no es abarcable por ninguno de nosotros, sino que el Espíritu es dinámico y su fuerza transciende la realidad nuestra y muchas veces la hace desbordante.
Respetemos la identidad de cada hermano e incluso de cada comunidad: Comunidades más veteranas, comunidades más jóvenes. Es un gozo y una alegría que nuestra fraternidad se renueve con nuevos hermanos. No pretendamos uniformarlos a todos. Ya dije que uniformar no es bueno, sino acoger y aceptar nuevas realidades que puedan surgir. Respetemos los tiempos de cada uno, aceptemos los ritmos que van naciendo, acojamos al hermano como es no como me gustaría que fuera. Eso sí, somos una sola fraternidad congregada bajo el impulso del Espíritu Santo, y eso debe quedar claro en cada uno de nosotros.
Evitemos la crítica y la murmuración. Hace mucho daño a las comunidades. San Agustín decía, según su biografía escrita por san Posidio: “Quien se dedica a roer vida ajenas, no es digno de sentarse a esta mesa”. (San Posidio Vida de San Agustín). Es un mal muchas veces inevitable, pero hemos de esmerarnos en evitar estas críticas que sólo conducen a la desconfianza. Pensemos que a todos nos critican, todos. Supongo que a nadie le gusta que le critiquen. “Y cuando mi boca tenga que callar, que mi vida te sea un canto de alabanza” (En. Ps. 146.) San Agustín.
Eres rico con los que te invocan (Conf.XI, 2,3) San Agustín.
La vida de oración en nuestra fraternidad, siempre ha de estar presente. Hemos de apreciar y gustar de la oración. El encuentro con Dios, a través de su Espíritu, da fortaleza y sana nuestra fe. Como agustinos recoletos seglares, la vida de oración es de vital importancia. La tradición y la vida de la Orden, nos habla de la práctica de la meditación, la Eucaristía, al ser posible diariamente, la celebración de la Liturgia de las Horas, sobre todo las laudes y las Vísperas, y el rezo del Santo Rosario.
Sé que somos una fraternidad que ora y confía en el Señor. Una fraternidad que necesita la oración y vive de la oración. Debemos cuidar la oración. La fraternidad y la parroquia os ofrece muchos espacios y tiempos de oración. Siempre serán pocos para profundizar en el encuentro personal y comunitario con el Señor.
Por amor de tu amor hago lo que hago (Conf. 2). San Agustín.
La dimensión del carisma agustino recoleto seglar, tiene un aspecto importante que es el Apostolado. La comunidad que nace de la oración y del amor de Dios, sale de sí misma y se pone en camino hacia el encuentro con el otro. No podemos ser una fraternidad de “mesa camilla”, sino que hemos de salir al encuentro del otro en busca de la caridad. Es el anuncio misionero que nace de quien se siente amado por Dios y sale al encuentro.
La riqueza del apostolado no se cimienta en acciones concretas o compromisos diversos, el abanico de posibilidades es infinito y por ello debemos dejar que el Espíritu nos ilumine en este camino. Vamos a subrayar alguno.
1) La atención especial y cuidadosa de los hermanos mayores o enfermos. El primer apostolado es la comunidad, y las obras de la comunidad son en sí mismas un apostolado. Atendamos y visitemos a aquellos hermanos y hermanas que se sienten impedidos para acudir a nuestras reuniones y encuentros.
2) La labor evangelizadora, primero con nuestro propio testimonio de vida y nuestra coherencia, después participando o colaborando en acciones misioneras como ALPHA y otras que puedan surgir en la parroquia.
3) La labor caritativa con ARCORES , Cáritas parroquial, Agustinas recoletas contemplativas y otras nuevas acciones que puedan surgir. Tenemos un proyecto encomendado para la Misión de Breves. No podemos trabajar nosotros solos, tiene que ser en colaboración con toda la parroquia. Elaboración de dulces, etc.
4) La importante labor litúrgica para hacer más dignas y participativas nuestras celebraciones: canto, lecturas, atención a enfermos quienes son ministros extraordinarios de la Eucaristía.
5) Colaboración y responsabilidad en otros grupos de la parroquia: JAR, Madres Mónicas, Vida Ascendente, Grupo de oración parroquial, y otras actividades.
6) Fomentar la vida de comunión abriendo nuestras puertas a personas, fieles de la parroquia que quieren conocer nuestro estilo de vida.
“Tú te acercas sólo a los que reconocen sus fallos, pero no te dejas ver por los orgullosos” (Conf. 5,3,3) San Agustín.
Terminamos este documento casi volviendo al principio. El Señor nos ama y nos quiere a todos. Nos ama como somos, con nuestras cualidades y defectos. Nos ama porque hemos sido creados por El para amar. Desterremos de nosotros el orgullo, la soberbia, la prepotencia, que no conduce a nada bueno. Mostremos a los demás nuestro rostro sencillo y también pecador. Quienes nos gobiernan siempre lo han de hacer en actitud de pleno servicio, acogiendo a todos, principalmente a los más débiles y pusilánimes. Gobernar es servir, acoger, aminar, ayudar, corregir, construir unidad, alegrarse en el Espíritu…
Es una tarea que nos corresponde a todos. No podemos tomar una actitud de pasotismo, o de simplemente asistir a las reuniones sin más. Hemos de sentir la Fraternidad como algo muy nuestro y un gran regalo del Señor. No contemplemos nuestra fraternidad desde las gradas, todos estamos convocados para hacer realidad y expresar en nuestras vidas el carisma agustino recoleto.
Granada, 2 de Noviembre 2024. Fr. Angel Antonio García Cuadrado. OAR